Nadia Contreras y su
visión de una patria muerta
Por Fernando Pérez Valdez
Acercarnos a la obra de la
talentosa escritora Nadia Contreras, nacida en la pequeña y pintoresca
población de Quesería, enclavada en las faldas del nevado de Colima, es ―por decir lo menos―, fascinante.
De acuerdo a las críticas y reseñas que ha tenido en sus obras
anteriores, tal parece que el hilo conductor de su obra son la soledad, la
tristeza, el desamor y la pérdida de los seres queridos. El libro que ahora
presenta, “Visiones de la patria muerta”, publicado por ediciones El Humo, no
es la excepción.
Nadia Contreras nos muestra, en
un formato nada convencional para un poemario, un marco de referencia, a veces
en forma de una nota periodística, en otras en forma de un texto clásico y a
partir de ahí, en un lenguaje poético certero y contundente, nos proyecta otras
visiones, otros mundos, otros enfoques. Nos hace ver lo que no está a simple
vista.
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Su poesía desgarra y desangra la
vida misma y nos presenta a un ser humano reflejado en el espejo de las más
bajas pasiones: ‘Eres carne del mejor
postor’, señala enfática.
Nadie se salva de sus tajantes
señalamientos, nadie sale ileso de su aniquilador escrutinio, nadie es mejor
que los demás: ‘Todo el mundo ─nos dice
la autora─ hace daño alguna vez’.
La poesía de Nadia nos hace enfrentarnos con nuestros
miedos más hondos, más profundos, más escondidos, con frases lapidarias que
calan hasta los huesos, como aquella de: ‘aguardar
la muerte, requiere valor’.
Sus poemas nos muestran a una sociedad presa de esos
miedos, viviendo en una constante incertidumbre, prisionera de sus propios
temores. La misma autora no escapa a este miedo: ‘Los poemas se desacoplan en el pánico’, nos confiesa con una gran
dosis de autocrítica.
Los miedos van más allá de lo imaginable, de lo
comprensible, de lo expresable: ‘¿Y si
Dios se negara a recibirte?’, es la pregunta agónica de alguien que ya lo
ha perdido todo. Aunque, en un atisbo de compasión, la autora nos permite un
último respiro: ‘La esperanza es eterna’,
dice casi como una súplica.
El dolor está presente de manera permanente en sus
textos, que nos hablan de desolación y muerte: ‘Bajo sábanas de sangre, cuerpos’, es el retrato vivo del horror de
la violencia irrefrenable, de la tragedia cotidiana.
La visión de esta escritora colimense, es la visión de un
país desgarrado, aniquilado, ultrajado. Su visión es extrema. Al titular su
obra como “Visiones de la patria muerta”, no lo presenta como una nación herida
o quizá moribunda, sino como un país que ya pasó a mejor vida. Faltaría
preguntarnos si, como un ave fénix, esta patria muerta podría revivir de sus
cenizas.
Sin embargo, la autora nos hace ver que la crisis
nacional no está desligada de conflictos internacionales, en los que las
grandes potencias ultrajan, pisotean y aniquilan.
Después de leer la obra de Nadia Contreras ya nada es
igual. Ya no puede verse el mundo y sobre todo, nuestro país, de la misma
manera. Sus textos nos cimbran desde los cimientos y nos hacen reflexionar. No
podemos quedarnos tranquilos, no podemos volver a estar en paz como antes de
leerlos. Y ese es, justamente, el gran valor de obra literaria de Nadia
Contreras. Jorge Volpi, destacado escritor mexicano, nos dice que un buen libro
‘a unos los podrá convencer, a otros los
podrá irritar, pero no va a dejar a nadie indiferente. Esa ─nos dice el autor─, es una de las
mejores cosas que uno se puede encontrar en un libro’.
Pareciera que Nadia es una escritora insatisfecha con su
país, pero tan sólo es la portavoz de la insatisfacción de otros muchos miles, quizá millones de ciudadanos, que ven a nuestra patria muerta. El gran
escritor italiano Giovanni Papini ha dicho: ‘el poeta que estuviera satisfecho del mundo en que vive, no sería poeta’.
Quizá ─y esto, debo acotarlo, es una apreciación personal─,
quizá sea esa la razón última por
la que Nadia escribe. Y escribe bien, muy bien y esto no lo digo yo, lo dice la
crítica.
Los múltiples premios obtenidos y los varios títulos
publicados, nos hablan de un quehacer maduro y de un gran oficio en las letras,
no obstante que la autora apenas está por llegar a la plenitud de su vida. Enhorabuena Nadia.